El balneario de Boñar debe ser recuperado

No entendimos que debiendo Boñar su nombre a su ubicación termal desde antiguo no se tratase de recuperar ese edificio y poner o reponer en marcha la actividad para la que se construyó a principios del pasado siglo, con todos los alicientes avanzados del nuestro. 

Por este medio, Radio Montaña Leonesa, nos hemos enterado de que una cadena de hoteles, Castilla Termal, está llevando a cabo una serie de restauraciones en edificios históricos para acomodarlos a lo que esta villa ya tiene y consta en los primeros tratados de hidrología médica. No debería, por lo tanto, desestimarse esa oportunidad por parte de los organismos provinciales y autonómicos para que Boñar pudiese optar a restaurar y volver a poner en activo el viejo edificio. 

Así como Castilla Termal llegó recientemente a un acuerdo con los propietarios religiosos del monasterio de San Jerónimo de Cotalba en Valencia para proyectar un establecimiento hotelero, quizá se podría intentar los mismo con los monjes agustinos, propietarios del edificio termal boñarense. Tanto el valor histórico de las aguas termales como los atractivos naturales del municipio y la proximidad de la estación de esquí de San Isidro dan pie a pensar que la recuperación del balneario tendría muy buena acogida entre quienes visiten la comarca. Su repercusión socio-económica para la misma sería también innegable. 

Desde la actual corporación municipal, con toda una legislatura por delante, sería más que aconsejable poner toda la carne en el asador para que esta oportunidad no pasara de largo, convencidos como estamos de que un establecimiento de esas características podría ser muy estimulante para recuperar una parte de la vida perdida por esta villa.

Me parece, además, que Boñar se lo debe desde hace demasiado tiempo a una de las fuentes fundamentales -nunca mejor dicho- de su propia historia.

No se trata de construir algo ex-novo con todo lo que conlleva de preliminares partir de cero. Se trata de recuperar y no perder para siempre, en la dejadez de la inercia, la incuria o la desidia, lo que forma una parte esencial de la tierra y las múltiples y salutíferas aguas sobre las que se asienta esta villa. Consiste, en buena medida, en recuperar el alma de esta villa y hacer partícipes a todos sus vecinos de cuanto esto puede traer de provecho para darle vida.