Evaluar un evento de masas como la Vuelta a España

Y sales a la calle de tu pueblo y todo deja de ser normal. ¡Qué bueno!, esto si es una oportunidad. Lo primero que te viene a la cabeza es lo que debe haber costado todo esto. ¡Menudo despliegue!, camiones y camiones de equipos de transmisión, helicópteros, una caravana plagada de coches con marcas publicitarias de las que se ven en televisión. Pantallas gigantes de video, motos, autocares tuneados, periodistas y más periodistas que hablan en inglés, francés, holandés, alemán… vallas, globos, carpas, merchandising… ¡y todo es a lo grande!

CyL27 de agosto de 2022SILVIA RAPOSOSILVIA RAPOSO
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VUELTA 22AYUNTAMIENTO DE CISTIERNA

Acaban de plantar en tu pueblo la realidad de la promoción que requiere un evento que ha trabajado su identidad. Que busca su posición relevante entre la atención del mundo. Que utiliza un sector como el deporte para financiarse, conocedor de que su supervivencia depende de mantener una dulce relación con las marcas y los medios de comunicación.

Que en esta vida y en esta sociedad, todos, absolutamente todos vendemos y compramos cosas. Que todos somos clientes y proveedores de alguien. De que nuestro servicio depende en un 50% de lo que somos capaces de dar y en el otro 50% de lo que recibimos de nuestros proveedores.

Todo esto se mide mediante métodos empíricos (Que está basado en la experiencia y en la observación de los hechos). Que no hay magia. Qué es una mezcla de visión del objetivo, de la asunción de riesgos medibles y de la valoración de los impactos que tiene nuestro trabajo.

A mi pueblo le puede haber costado 30, 40, 50000€ el que la Vuelta España haya montado un final de etapa frente a mi casa. Si, es cierto que puede ser una ingente cantidad de dinero para mi comunidad. Pero atención; no nos podemos quedar en eso, porque el auténtico valor de esa inversión es la repercusión que vamos a obtener de haberla hecho. Del impacto que eso va a tener, y que esa huella tiene plazos. Primero en el volumen de personas que nos van a visitar y que necesitan suministros, comprar, comer, beber o dormir y que durante dos días dejarán en los negocios locales un dinero extra. En segundo lugar, en la exposición mediática que tendrá el ocupar mi calle, mi pueblo, mis valles, lagos y montañas en los medios de comunicación y en las casas de aquellos que nos verán y podrán descubrir nuestros tesoros. En las decisiones que muchas personas que no sabían de nuestra existencia tomarán para poner este lugar entre sus opciones de destino.

Genial, todo esto está muy bien. Es una macro decisión que requiere, además de haberla tomado primero y evaluado después, de otras esenciales medidas que podíamos llamar “micro decisiones”, que serían entre otras: tomar iniciativas conjuntas entre los distintos territorios que pueden beneficiarse, coordinar las acciones para que, por ejemplo, los ayuntamientos, no se hagan la competencia unos a otros. Asumir estrategias comunes para aprender de estos grandes eventos, trasladando esta manera de hacer a las acciones promocionales que de manera recurrente realizamos. Esto señores, se llama PENSAR EN GRANDE y no exige gastar mucho dinero, sino gastarlo bien, usando criterio y estrategia. ¡Atención! No es cuánto se gasta, sino cómo se gasta. Construir hojas de ruta en las que prime por encima de la acción a realizar, los objetivos que se pretenden con ella y algo esencial: que estos objetivos sean medibles.

Por explicarlo con un ejemplo muy gráfico: Es más caro organizar un concierto musical gratuito de la estrella de turno que nos cueste 6000€ que una llegada de la Vuelta que valga 50000€.

Me molesta profundamente los que quieren todo y lo quieren gratis y siempre. Las cosas tienen un valor y si no aceptamos esto tan básico, estamos faltando al respeto a los demás. Si no queremos ver esto es que estamos a la altura de los indios que cambiaban con los vaqueros wiski y armas por oro.

Tras un evento de masas es inevitable escuchar conversaciones de los opinadores a pie de barra de bar en las que se desmiembran las cosas delicadas usando un cuchillo gordo. Uno con el que se corta por un lugar poco apropiado, terminando por destrozar esa pieza que a priori parecía maravillosa, sugerente, sabrosa. Y no lo saben, pero se la han cargado.

Hacer esto sale gratis en apariencia. Un recurso demasiado fácil para los que más gritan (ya que piensan que hacerlo así les da la razón absoluta). Mientras, por el contrario, les sume en la más profunda ignorancia, tanto a ellos, como a los que se acostumbran a escucharlos. Están creando corrientes de opinión tóxicas.  

No sé yo, los que los escuchan, que extraño placer deben sentir al hacerlo.

Que deprimente, cuando te das cuenta de que estas son las cosas que nos hacen ser menos ricos mientras nos impiden progresar adecuadamente.

Alianzas, criterio, estrategia, medida y objetivos alcanzables que se puedan evaluar son la fórmula para abordar nuestro presente y afianzar el futuro. Necesitamos tanto ideas que funcionen como otras que tal vez fracasen. Las primeras para empoderarnos. Las segundas para aprender y mejorar día a día lo que estamos haciendo.

Los trenes difícilmente pasan iguales dos veces por la misma vía. O te subes, o te quedas para contar lo que pudo haber sido y no fue, en un bucle interminable en el que muchos se pasan la vida llorando mientras repiten sin cesar lo desgraciados y maltratados que están o estamos en la Montaña.

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