Frente de Asturias. Octubre de 1937

Se habían conocido un año antes en las fortificaciones del puerto de Ventana, luchando contra las tropas franquistas. Ella, una maestra leonesa que había tenido que huir de su pueblo, controlado por los sublevados.
Él, un ganadero asturiano que luchaba para aplastar al fascismo en su tierra. Enseguida se dieron cuenta de que eran la mitad que completaba al otro.
Él se perdía en sus profundos ojos oscuros y para ella, los brazos de él eran el lugar más sagrado del mundo.
Su amor olía a pólvora, y a la tierra húmeda y fría de trincheras. Allí habían sido testigos de lo mejor y de lo peor del ser humano.
Y ahora, en medio del caos de la derrota, se abría un horizonte de incertidumbre y miedo en el que sólo había una certeza: lucharían por sobrevivir y comenzar una vida en paz, en cualquier sitio, pero juntos, siempre juntos.