La CHD aspira a que el olmo blanco vuelva a ser el árbol emblemático de Castilla y León

Un equipo de la Confederación trabaja en un huerto semillero en Santa Cristina de la Polvorosa (Zamora) para recuperar esta especie autóctona, escasa en la Península Ibérica.

CyL09 de mayo de 2025RMLRML
OLMO BLANCO
OLMO BLANCO

Un equipo de profesionales de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) trabaja desde marzo del pasado año en el Vivero Forestal de Santa Cristina de la Polvorosa, en Zamora, en la conservación y recuperación del olmo blanco (Ulmus laevis), una especie autóctona, escasa y dispersa en la cuenca del Duero.
En una hectárea de terreno se desarrolla un huerto semillero con 245 ejemplares procedentes de 60 progenitores localizados en diferentes puntos de la cuenca, como Segovia, Palencia y León. Esta plantación servirá para la obtención de semillas con alta diversidad genética, clave para su uso en restauraciones ecológicas futuras, según explica la CHD en un comunicado.
Este huerto forma parte de una red nacional de conservación promovida por la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, en el marco del Programa de Recuperación del Olmo Ibérico. Junto con las plantaciones existentes en Navarra, Palencia, Segovia y Toledo, el huerto de Santa Cristina permite poner en contacto genético a poblaciones naturales aisladas, aumentando así la resiliencia de la especie frente a amenazas como la grafiosis.
La enfermedad de la grafiosis llegó a Europa, procedente de China, después de la Segunda Guerra Mundial, diezmando las poblaciones ibéricas de olmos y haciendo desparecer la mayor parte de las olmedas, subsistiendo únicamente brotes de monte bajo de pequeña talla. En la península se pueden encontrar tres especies diferenciadas de olmos, siendo un árbol venerado que se plantaba en las plazas de los pueblos, junto a ermitas, iglesias y otros lugares de culto. La vinculación social y cultural de Castilla y León con sus olmedas ha quedado patente en la poesía, cultura, costumbres y la toponimia de nuestros pueblos. La pretensión, según la CHD, es que vuelva a convertirse en el emblema de esta tierra.
Su madera es de una gran resistencia tanto a impactos como a flexión y rozamiento y se utilizaba tradicionalmente para fabricación de carros y aperos agrícolas, así como para estructuras en contacto con el agua, como puentes, molinos y usillos de lagares o vigas maestras. Se trata de árboles de media talla alcanzando los 25 metros de altura y copa amplia, que requieren suelos profundos y húmedos.
En Santa Cristina de la Polvorosa, los olmos están plantados en una zona de vega algo alejada del río Duero, que proporciona humedad constante sin riesgo de encharcamiento. La disposición de los ejemplares favorece la polinización cruzada por insectos, lo que permitirá, cuando empiecen a fructificar (a partir de los 15 años), obtener semillas viables y con variabilidad genética suficiente para seleccionar aquellos árboles más resistentes a la enfermedad.
El olmo es el árbol castellano por antonomasia, aunque ahora no se eche en falta porque hace cien años que sus raíces no crecen en esta tierra. De ahí el interés de la Confederación en que se vuelva a introducir de forma masiva ya que éste es su hábitat natural y garantizado.

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