La lenta muerte económica del Torio y el Curueño

Pues bien, aseguró que la vega del Torio y el Curueño, estaban muertos. Así escuchado y de sopetón a muchos les puede parecer una exageración. Sin embargo, las razones, grandes y pequeñas se suman unas a otras para producir tanto milagros, como en este caso, desgracias.

Y ahí radicaba la intención de su mensaje. El sucesivo cierre de bares, restaurantes y establecimientos relacionados con la hostelería es un claro indicador de hacia donde se mueve la economía real de unos territorios que procuraron su reinvención hace algunas décadas, basando el proyecto en los valores turísticos y medioambientales de estas zonas.

Se convierte en un clásico ver como en estos hermosos lugares de la provincia de León cada uno hace la guerra por su cuenta. Ni los empresarios son capaces de agruparse en organizaciones que les hagan fuertes, respetando estrategias comunes que les permitan crecer en conjunto, ni las administraciones, sean locales, provinciales o autonómicas coordinan sus políticas de apoyo de una forma común, más allá de sus intereses políticos inmediatos.

Resulta duro recoger declaraciones de visitantes y turistas que observan el poco interés que muestran los hosteleros por dar un servicio que, sin perder su esencia montañesa, busque la excelencia y la proyección del conjunto del territorio en el que realizan su actividad. Denotan demasiado “aficionado” gestionando los servicios que en un primer frente proyectan la imagen del territorio de la montaña leonesa y en muchos casos, resulta insuficiente que aparezca un solo trabajador del sector que ofrezca “profesionalidad y trato preferente ante su clientela” en un mar de gentes a las que solo les preocupa llenar la caja hoy y de la manera que sea.

La cosa no se queda solo ahí. Consultadas algunas empresas por su proyección externa (y hablamos de las que tienen un flujo de caja por encima de la media) su éxito se basa solo y exclusivamente en su clientela local y en que el negocio “rival” de enfrente fracase. No son capaces de imaginar que el tesoro natural que les envuelve es el verdadero reclamo para aumentar su clientela y que tienen que poner su esfuerzo personal en conseguir que esos clientes que son de fuera, pero de muy afuera, vengan a nuestros pueblos con la idea en la mente de que existe tal o cual restaurante que se llama “como se llame” y que irán dentro de sus planes que ha generado en León, Asturias, Toledo, Barcelona o Cádiz. Que lo están planificando con la idea en mente de que este pequeño bar o restaurante que es el de nuestros pueblos se escribe en sus rutas y visitas.

Nos tememos que hoy en día el único ejemplo que nos viene a la cabeza de una estrategia como la que les estamos contando es el Ezequiel de Villamanín. En resumen, triste, muy triste y lamentablemente cierto lo que nuestro invitado montañero nos contó en esa entrevista.

Entre tanto, Vegacervera, reconstruida en base a esa excelencia de la proyección de la Montaña leonesa de la que hablábamos, cierra su último bar, El Vélez y antes fue El Pesador de Felmín, en el cruce hacia Valporquero. Ironías de la vida, el diputado de Turismo de la Diputación Leonesa es el alcalde de Vegacervera.

El Torío y el Curueño están muertos decía nuestro interlocutor y mientras, la mayoría, se lo mira como una vaca ve pasar un tren.