El tango se cuela entre las piedras de Joara: un concierto con alma en la iglesia de San Andrés

Este viernes, 23 de mayo, a las ocho de la tarde, la iglesia de San Andrés en Joara se transformará en algo más que un templo. Será escenario de emociones, de música que respira y cuenta historias. Llega una nueva cita del ciclo “Las Piedras Cantan 2025”, una propuesta de la Fundación Santa María la Real que no solo busca llenar de sonido espacios con siglos a sus espaldas, sino también despertar algo dentro de quienes los visitan.

Provincia20 de mayo de 2025RMLRML
Duo Eire
Duo Eire

Este año, el ciclo mira al sur. Al sur profundo del alma. Al Río de la Plata. El tango, con todo su dramatismo y ternura, es el protagonista de cinco conciertos repartidos por joyas del patrimonio castellano y leonés. No es casualidad: esta música —que huele a calle empedrada, a despedida en el andén— fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y es que el tango no se escucha: se siente.

En Joara, quienes se acerquen podrán disfrutar del Dúo Eire, formado por Marta Cubas Hondal y Elisa Ruiz Ibarlucea, dos acordeonistas que comenzaron su aventura juntas en 2019 en el Conservatorio Superior de Música del País Vasco. Desde entonces no han parado: premios, recitales por media península y estrenos de piezas creadas solo para ellas. Tocan con una mezcla de precisión y entrega que desarma.

Pero el alma del concierto también está en el lugar. La iglesia de San Andrés guarda un tesoro: un retablo renacentista que parece detenido en el tiempo. Doce tablas que narran, con pinceles del siglo XVI, la vida de San Andrés y escenas de la Pasión de Cristo. Una joya firmada por Cristóbal de Colmenares —sí, un leonés— que forma parte de la Ruta de los Retablos Renacentistas. Y antes de que suene la primera nota, habrá una visita guiada para conocer de cerca sus secretos.

Después de Joara, el ciclo seguirá viajando: Boadilla del Monte, Peñaranda de Duero, Ponferrada… Lugares que se llenarán de música y de gente. Porque todo esto es gratuito, libre, sin barreras. Y eso, la verdad, se agradece. Porque hay conciertos que no solo se oyen. Se recuerdan.

 
 
 

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