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La cooperativa de mujeres de la palentina Vega-Valdavia Lovepamur transforma el medio rural con empleo femenino y compromiso social.
CyL27 de abril de 2025En los pequeños pueblos de la Vega-Valdavia, en Palencia, donde la despoblación y el envejecimiento dibujan un paisaje de retos, una red de mujeres está tejiendo un futuro más esperanzador. La cooperativa Lovepamur, fundada en 2008, lleva comida casera y equilibrada a las personas mayores, genera empleo femenino y revitaliza la economía local con un modelo sostenible basado en productos de kilómetro cero. Liderada por Loreto Fernández, secretaria de Lovepamur y presidenta de Fademur, esta iniciativa es mucho más que un servicio, es un motor de cambio social en el corazón del medio rural.
Lovepamur, cuyo nombre evoca las zonas de La Loma, Vega y Páramo, surgió en un contexto de necesidad y oportunidad. “Fue cuando se empezó a hablar de la dependencia, vimos que había mucho trabajo por hacer en una zona con tanta gente mayor”, cuenta Loreto Fernández a Ical. Con el respaldo de Fademur nacional, un grupo de mujeres se formó como técnicas en Atención a Personas en Situación de Dependencia, dando vida a la cooperativa. Aunque el nombre pueda sugerir un guiño al inglés “love” por el cariño que impregnan en su trabajo, Loreto aclara entre risas que se trata de las zonas geográficas, aunque "a la gente le encanta la idea del amor”.
En sus inicios, Lovepamur se centró en el voluntariado y la formación, pero las socias pronto identificaron una necesidad crítica y es que muchas personas mayores, viviendo solas, carecían de una dieta variada y equilibrada. “Comían sano, pero los menús eran muy repetitivos”, recuerda Loreto. Además, notaron que se desperdiciaba comida por preparar en exceso. Este hallazgo marcó un antes y un después. Con el apoyo de compañeros de Madrid, las mujeres se formaron en cocina y catering, y el 28 de mayo de 2012 inauguraron una cocina en Saldaña para ofrecer un servicio de comida a domicilio. “Empezamos desde cero, sin remuneración, pero con mucha ilusión”, confiesa Loreto.
Hoy, la cooperativa atiende a cerca de 150 beneficiarios, la mayoría mayores de 80 años, muchos superando los 90. Su servicio de comida a domicilio ofrece menús diarios con un primero, un segundo y un postre, todos elaborados con ingredientes naturales y locales. Cada plato lleva una etiqueta con su nombre, ingredientes y fecha de caducidad, facilitando su consumo. “Nos sabemos los nombres de todos, conocemos sus gustos”, dice Loreto con orgullo. Este vínculo humano es el alma de la cooperativa. Las repartidoras, que recorren las mismas rutas, se convierten en rostros familiares para los usuarios. “Cuando se van de vacaciones, los mayores se preocupan, preguntan si les ha pasado algo”, añade.
La labor de esta cooperativa trasciende la alimentación. En una comarca donde los servicios sociales no siempre llegan, la cooperativa cubre un vacío esencial. “Hay gente muy mayor, sola, que muchas veces solo nos ve a nosotras y al panadero”, explica Loreto. Las trabajadoras no solo entregan comida, sino que ofrecen compañía y una conexión vital con el mundo exterior. Una joven empleada reciente destacó la dimensión humana del trabajo. “Nos reciben con mucho cariño cuando llegamos”. Esta cercanía ha creado lazos profundos, con usuarios que llevan con la cooperativa desde sus inicios.
La Vega-Valdavia enfrenta los desafíos de la España vaciada: envejecimiento, despoblación y un alto desempleo, especialmente entre las mujeres. Lovepamur no solo cuida a los mayores, sino que genera oportunidades laborales para mujeres, muchas de ellas jóvenes. “Incorporamos chicas jóvenes para que desarrollen su economía familiar aquí y no tengan que marcharse a la ciudad”, señala Loreto. Este enfoque no solo combate la despoblación, sino que fortalece el tejido social y económico de la comarca.
Actualmente, la cooperativa gestiona cinco rutas de reparto que cubren largos trayectos, con hasta tres horas de duración. Para optimizar recursos, entregan comida los lunes, miércoles y viernes a algunos usuarios más lejanos, utilizando técnicas avanzadas como el enfriamiento rápido y el termosellado a 160 grados, que garantizan la seguridad alimentaria sin conservantes. “Todo es natural, no usamos aditivos”, subraya Loreto. Este compromiso con la calidad se extiende a los ingredientes: “Estamos en una zona de legumbres y patatas, y todo lo que podemos comprar local, lo hacemos. Es producto de kilómetro cero”.
A pesar de su impacto, Lovepamur enfrenta desafíos. “No tenemos subvenciones para kilometraje o menús, solo algunas para programas de empleo”, lamenta Loreto. Las rutas extensas y el desgaste de los vehículos son obstáculos diarios. Aunque recientemente adquirieron una furgoneta eléctrica, las distancias rurales limitan su eficacia. “Queremos seguir creciendo, mejorar el servicio y renovar los vehículos”, afirma.
El trabajo de Lovepamur fue reconocido con el Premio del Instituto de la Mujer en 2019. Sin embargo, Loreto señala que los reconocimientos suelen ser simbólicos: “Se agradece, pero podrían venir con algo de apoyo económico”. La Ministra de Igualdad, Ana Redondo, elogió recientemente en una visita la labor de las mujeres de la cooperativa, un halago que llena de orgullo a Loreto. “Es un honor que vengan a nuestra comarca, que parece escondida, y vean que con esfuerzo se consiguen cosas”. Un modelo que además inspira a otras regiones, como La Rioja y Galicia, donde buscan replicar su éxito.
Mirando al futuro
Con un volumen de trabajo creciente, Lovepamur necesita expandirse. “Las instalaciones actuales se nos quedan pequeñas, necesitamos más cámaras frigoríficas”, explica Loreto. Además, buscan una regeneración del equipo para mantener la vitalidad de la cooperativa. A largo largo plazo, la visión es clara, seguir siendo un referente de sostenibilidad y cuidado en el medio rural.
Lovepamur no es solo una cooperativa; es un testimonio de cómo el esfuerzo colectivo, liderado por mujeres, puede transformar una comarca. Con cada plato que entregan, no solo nutren cuerpos, sino que alimentan la esperanza de un futuro más conectado y sostenible para la Vega-Valdavia. “Luchamos contra la despoblación y damos un servicio que permite a la gente vivir con tranquilidad y salud”, concluye Loreto. En un mundo que a menudo olvida lo rural, Lovepamur demuestra que el cambio comienza en los pueblos, con amor y compromiso.
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