Cuando el fútbol desborda con entradas, emociones y responsabilidades. El caos generado por los gestores de la Cultural Leonesa en su partido frente al Andorra

Hay partidos que no son solo partidos. Se sienten en el estómago, se palpan en el ambiente, se comentan en la panadería y en el bar de siempre. Son de esos encuentros que pueden cambiar la historia de un club y marcar a una generación entera de aficionados. El del próximo sábado 24 de mayo, en el que la Cultural y Deportiva Leonesa se juega el ascenso frente al FC Andorra, es uno de ellos. Y como suele pasar cuando el corazón va más rápido que la razón, las entradas vuelan. Literalmente.

León22 de mayo de 2025CIPRI PERNASCIPRI PERNAS
ESTADIO REINO DE LEON
ESTADIO REINO DE LEON

Pero ¿qué debe hacer un club cuando hay mucha más gente queriendo entrar al estadio que asientos disponibles? Porque no se trata solo de repartir papelitos numerados, sino de gestionar ilusiones, respetar a quienes estuvieron todo el año animando bajo la lluvia, y frenar —sí, de verdad— la reventa que tanto enfada y decepciona. 

Cuando se hace bien: lo que se espera de un club profesional

No hay una fórmula mágica, pero sí unas cuantas prácticas que, por sentido común y por respeto, deberían ser norma: 

·         Primero, los de casa. Los socios. Los que estuvieron en los partidos grises, no solo en los épicos. Ellos merecen prioridad, incluso la opción de comprar alguna entrada extra para ese familiar que no falla nunca o ese amigo que se tragó todos los partidos por la radio. 

·         Orden y claridad en la venta. Fases definidas: primero socios, luego abonados, y después público general. Que se sepa cuándo, cómo y dónde. Nada de “corre que se acaban” sin previo aviso. Ni colas eternas ni webs que petan a los cinco minutos. 

·         Entradas con nombre y apellidos. Sí, es un lío, pero ayuda. Mucho. La venta nominal hace que las entradas no sean simples billetes anónimos que acaban en portales de reventa a precios que rozan el insulto. 

·         Solo por canales oficiales. Todo lo que se sale de ahí es terreno pantanoso. Y los clubes deben ser los primeros en marcar límites. 

·         Control en los accesos. Si la entrada lleva un nombre, que se compruebe. No se trata de montar una aduana, pero sí de dejar claro que la picaresca tiene consecuencias. 

·         Informar como si te importara. Porque importa. Y mucho. La gente necesita saber qué está pasando, y no quedarse a oscuras o enterarse por rumores en redes sociales. 

·         Y algo básico: proteger al aficionado. Sobre todo, al que no especula. Al que quiere estar allí porque lo siente, no porque lo ve como una inversión. 

¿Y qué pasó con la Cultural Leonesa?

Pues pasó lo de siempre… pero peor. La ilusión por el partido del sábado desbordó León, y la gestión del club no estuvo, digamos, a la altura del momento. 

·         Para empezar, no hubo una venta escalonada clara. La gente se enteraba a trozos, y al final daba la sensación de que todo el mundo competía al mismo tiempo por un número limitado de entradas. Resultado: confusión, nervios y bastante cabreo. 

·         Las colas comenzaron de madrugada, con aficionados pasando horas y horas a la intemperie solo para intentar conseguir una entrada. Otros lo intentaron online... pero la web se colapsó en minutos. Literalmente: pantalla en blanco y desesperación. 

·         Y como era previsible, las entradas empezaron a aparecer en páginas de reventa a precios escandalosos. Hasta cinco veces su valor original. ¿Cómo? Porque no eran nominales. Lo que significa que cualquier espabilado podía comprarlas en masa y revenderlas sin problema. 

·         ¿El club reaccionó? Muy poco. No hubo un comunicado firme condenando la reventa, ni anuncios de medidas para anular esas entradas o sancionar a los responsables. Tampoco hubo una comunicación fluida ni constante. Todo parecía improvisado. Y en un partido que lo es todo, eso duele. 

Y por si fuera poco…

Desde este medio (registrado como tal en el club) solicitamos en tiempo y forma la acreditación para cubrir informativamente el encuentro. No somos un medio deportivo, es cierto. Pero también es verdad que este no es un partido cualquiera. Es un acontecimiento de calado social, con un alcance que va mucho más allá del marcador. Aun así, el departamento de prensa de la Cultural Leonesa nos denegó la acreditación, argumentando que no cubrimos de forma habitual la actualidad del club (que tampoco es verdad) y que dan prioridad a otros medios. Este que aquí escribe, estuvo gestionando medios internacionales en una olimpiada y si fue necesario organizar una comida de alivio, se organizó. Todo en pro de la mejor sintonía y la habilitación de un ambiente adecuado para quien informa. Pero en este caso, a la vista de la respuesta, solo ha contado lo que le mide a alguien sus cosas.

Y aquí es donde no queda más remedio que levantar la mano. Porque no le corresponde al departamento de prensa decidir qué temas cubrimos ni cuándo lo hacemos. Eso lo marca la línea editorial de este medio. Y en este caso, la relevancia del evento —social, cultural y emocional— hace que su cobertura sea más que pertinente. Negarnos el acceso es, simplemente, impedirnos hacer nuestro trabajo. Un trabajo que, por cierto, hacemos con el mismo rigor y compromiso cuando hablamos de salud mental, de cultura, de memoria histórica... o de fútbol, si la ocasión lo merece. 

Esto no va solo de fútbol

Va de cuidar a tu gente. De demostrar que un club es algo más que una empresa con una camiseta bonita. La venta de entradas para partidos clave no puede ser una jungla. Tiene que ser un ejercicio de responsabilidad, organización y respeto. Porque si no, el aficionado se cansa. Y cuando se cansa, desconecta. Y eso, a la larga, es mucho más peligroso que perder un partido. 

Ojalá el sábado gane la Cultural. De corazón. Pero también ojalá que el club escuche, aprenda y corrija. Porque esta historia no se puede repetir. No si queremos que el fútbol siga siendo ese lugar donde la emoción no se compra… ni se revende.

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