La Junta constata el hallazgo de 23 ciervos muertos por EHE en el último año en Zamora y alrededor de 90 sospechosos

Estas muertes “no son una fuente de infección” de la enfermedad para otros animales ni para las personas a pesar del “potencial riesgo” de contaminación de captaciones de agua superficial durante el verano.

CyL14 de diciembre de 2024RMLRML
EJEMPLAR DE CIERVO MUERTO EN ZAMORA
EJEMPLAR DE CIERVO MUERTO EN ZAMORA

La Junta constató el hallazgo de 23 ciervos muertos por la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) en el último año en Zamora, tras la correspondiente toma de muestras, así como alrededor de otros 90 cadáveres que se encontraron y que son, según las mismas fuentes, sospechosos de haberla contraído. Igualmente, otras cuatro muestras resultaron negativas.
De ellos, y según los datos de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, 22 ejemplares fueron hallados en la comarca de la Carballeda, 14 en Sanabria, dos en Aliste y 75 en otras áreas de la provincia.
Los ciervos muertos por EHE “no son una fuente de infección de la enfermedad para otros animales ni para las personas”, según el documento, que recuerda que solo en 2010 y en 2023-2024 se ha detectado mortalidad de ciervos por encima de la tasa normal. Hace 14 años se detectó un brote de pasteurelosis, en el que se detectaron 95 ejemplares de ciervo afectados. Y en 2023, se registraron 16 ejemplares positivos a enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), mientras que el resto lo fueron este ejercicio principalmente, y sobre todo en verano.
La EHE es una enfermedad vírica infecciosa no contagiosa transmitida por vectores insectos (Culicoides spp.), que afecta a rumiantes domésticos y silvestres, y que ha afectado a los ciervos en la provincia de Zamora y otras zonas de Castilla y León, habiéndose empezado a detectar los primeros ciervos afectados por la enfermedad en el mes de septiembre de 2023. Cabe recordar que es de declaración obligatoria.
En este sentido, la presidenta del Colegio de Veterinarios de Zamora, Elena Laguno Crespo, explica que su teoría se basa en que este verano se han registrado incendios en la comarca de Sanabria, y los ciervos son animales silvestres “con un olfato más sensible que los humanos, porque son rumiantes y tienen muchas probabilidades de ser depredados, con lo que sienten las partículas de suspensión de quemado muy pronto y huyen”. Esto se traduce en estés y en un sistema inmunitario que reduce sus defensas, con lo que son “carne de cañón” del vector.
En todo caso, señala que “no es el único factor”, sino que en la huida se produce hacia lugares donde hay agua, con lo que estos espacios tienen humedad. Allí se unen dos factores: una temperatura cálida de verano y la humedad, dos características “perfectas” para los culicoides, que “se presentan con su picadura”.
En tercer lugar, como huyen a una zona nueva, “se apilan todos juntos para beber agua”, con lo que esa proximidad provoca que el vector “transmita más fácilmente la enfermedad”. Además, se produce también un debilitamiento porque, al cambiar de territorio, “se produce una lucha” por este, el cual no llega al mismo extremo que durante la berrea, “pero sí lo justo para conseguir una delimitación, que es algo normal”. “Hay un campo para comer hierba y agua en pleno verano y luchan por ello; y eso hace también que baje el sistema inmunitario”, justifica Laguno.
Hay una cuarta causa que se vincula con las circunstancias a las que cada grupo de ciervos está acostumbrado. Es decir, si en un área geográfica concreta hay una serie de patógenos, los ciervos llegan a ser inmunes a ellos gracias al paso del tiempo. “Pero cuando huyen de una zona determinada y se van a otra, en esa hay patógenos que son nuevos para ellos y les atacan y les debilitan más”, apunta. Laguno cree que lo ideal sería obtener muestras de los ciervos una vez que fallecen, “porque a los dos o tres días los resultados ya no son tan válidos”, pero es “muy complicado”.
“Potencial riesgo”
Por otro lado, el Servicio Territorial de Sanidad de Zamora realizó una evaluación de los posibles riesgos para la salud humana y encontró como “potencial riesgo” la contaminación de captaciones de agua superficial por presencia de cadáveres de ciervos.
En este sentido, se emprendieron diferentes actuaciones, como identificar zonas de abastecimiento que se surten de los embalses ubicados en la Sierra de la Culebra (Cernadilla, Agavanzal y Valparaíso), que corresponden a tres zonas de abastecimiento. En todas ellas la procedencia del agua es de origen subterráneo, a excepción de la localidad de Villar de Farfón, que lo hace directamente del embalse de Agavanzal.
Por otro lado, el Área de Abastecimiento de Manzanal de Arriba cuenta con doce captaciones distribuidas en las localidades que forman parte de la misma, siendo en todas ellas la procedencia de origen subterráneo.
Los Servicios Oficiales Farmacéuticos de las Demarcaciones de Benavente y Sanabria realizaron visitas de control oficial a las localidades de Villar de Farfón, el 27 de agosto de 2024, y Mombuey y Cernadilla, el 28 de agosto de 2024, donde constataron que las “determinaciones analíticas en el agua destinada a consumo son conformes con la normativa vigente”.

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