¿Cómo nos relacionamos los unos con los otros?, o la maté porque era mía

La imagen escogida para ilustrar esta historia es solo un gesto que esconde millones de actitudes de hombres y mujeres que han crecido y se han educado en contextos que normalizan y fomentan ese espíritu cálido del que se viste la sangre española allá donde va, aumentando la temperatura de nuestros fluidos esenciales a base de testosterona por encima de los 37 grados y haciendo que traspasemos en un clic la frontera que separa la valentía de la chulería.

Opinion 07 de septiembre de 2023 CIPRI PERNAS
BESO RUBIALES
RUBIALES Y HERMOSO

Algunos, para hacerlo más rimbombante se refieren a ello como adoctrinamiento puesto que la fórmula parte de docenas de valores socio religiosos que hemos heredado sin que en ello, en apariencia, nadie haya puesto voluntad ni el más mínimo ápice manipulador. No obstante, y no nos llamemos a engaño, moldear nuestras costumbres y comportamientos es un hecho tan evidente que aparece mostrándose claro y conciso cuando contrastamos las costumbres de unos lugares con respecto a otros. Es en esas situaciones donde se ven  claras las agudas aristas de los comportamientos aprendidos. Las que cortan por lo sano y dejan ver nuestros trapos sucios con la desfachatez del matador que dedica la muerte del toro al tendido con un giro de 360º. Y resulta que inconsciente o no, nos parece hasta gracioso y lo aplaudimos.

¿Yo me voy a reconocer machista?, pues de entrada y con rotundidad te voy a responder que no. Tras meditarlo poniendo toda la consciencia que puedo, reconozco que crecí en el seno de una familia humilde de la España interior junto con una hermana mujer. Mi madre jamás me enseño y alentó a realizar ni una sola tarea doméstica. Por el contrario, mi hermana comenzó sus prácticas en la cocina, la limpieza y el orden doméstico al poco de hacer la primera comunión.

¿Qué podemos decir a partir de todo esto? Pues que, de aquellos polvos, estos lodos y que, aunque pensemos que tenemos los pies secos, vivimos todos en el mismo pantano.

Todo es susceptible de ser cambiado en un mundo (el actual) en el que las cosas caducan y terminan en un suspiro y por lo tanto su valor alcanza unos niveles de temporalidad que precisamente lo que consiguen es que nada tenga ya valor. Pero la vida se ha desajustado de tal forma que nuestros valores, tanto los aprendidos como los heredados, nuevos o no tan nuevos que transmitimos, no casan con lo efímero que es ya todo. Esta descompensación es una constante en todos nuestros actos cotidianos a un nivel del que no somos conscientes. Cuando asuntos como el del beso y los comportamientos del Sr. Rubiales se convierten en notorios todo adquiere una nueva importancia que me temo, para desgracia de una sociedad ávida de respuestas y soluciones, tendrán una vida tan corta como la repercusión forzada de cualquier asunto que gana minutos en los totales de los informativos.

De momento, una de las consecuencias de gestionar como estamos gestionando esto, es el desvirtuar los hechos en una sociedad que, para su desgracia, jamás fue entrenada para entender y practicar la administración de las emociones. Cada una de las agresiones producidas por esa nube negra que nos asalta cuando somos incapaces de conversar con nuestras emociones no puede estar al mismo nivel que el beso de un “machirulo de turno”. No construir una ruta en estas historias que nos permita entender cada paso y cada consecuencia de una manera empática nos continuará dejando en el lado ignorante de los que viajan en el vagón de cola y que están suscritos a ser ellos mismos, en algún momento de sus vidas, los protagonistas que volverán a cometer uno de estos desmanes.

En el lado positivo de esto está el despertar para aplicar la dureza de la ley a las actitudes y eso no pasa solo por ejecutar las sentencias desde los juzgados, sino desde las conversaciones inteligentes y llenas de aprendizaje entre las personas de nuestros entornos que queremos y apreciamos hasta conseguir la viralidad de una actitud enfocada hacia el aprendizaje y la mejora continua. Hay que comenzar a cuestionarlo todo sobre nosotros mismos en una actitud clara para cambiar lo que no nos sirva. Las personas no somos de tal o cual manera. Nos comportamos de una u otra forma, unas veces mejor y otras peor. No existe nadie maravilloso las 24 horas del día y da igual lo que te hayan contado. La única verdad de tu vida es que te la construyes tu mismo/a. Si el tabique está torcido, tu responsabilidad es exclusiva para enderezarlo.

Solo un apunte más antes de dejarlo y es lo que nos cuentan las leyes vigentes sobre los actos de esta índole. ¿Es una fórmula?, sí. ¿Es una solución?, no. En los registros de las denuncias de los juzgados están las pruebas.

Desde la entrada en vigor de la ley del ‘solo sí es sí’ “cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento” se considera agresión sexual. Cuando no media intimidación, violencia o anulación de la voluntad estos delitos son castigados con penas de uno a cuatro años de prisión, aunque el órgano sentenciador puede imponer la pena de prisión en su mitad inferior (de un año a dos años y medio) o multa de dieciocho a veinticuatro meses atendiendo a “la menor entidad del hecho y a las circunstancias personales del culpable”.

Hoy en día un porcentaje altísimo de la población de este país estaría cumpliendo condena.

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